La Matanza.- Un vigía da la voz de alarma y comienza la carrera. Las piedras que se lanzan sirven para conducirlos hacia la bahía. Los delfiness de atrás empujan a los de adelante; el espíritu gregario de estos cetáceos hace que la manada se dirija agrupada hacia su dramático fin.
En la costa, la gente, avisada desde hace horas, espera impaciente. Las ballenas-delfin han vuelto tras el largo y frío invierno. Hoy los colegios han hecho fiesta, la ciudad bulle con ansias de sangre y la barbarie vikinga aflora una vez más en el alma de Dinamarca . |